Había una vez un niño, confundiendole a veces con un adulto. Su mirada inocente, se escondía junto a la sonrisa decreciente de quien se hace mayor. Se lo imaginan, con su plato de espaguetis y la cara sin rastro de ella, recubierta de tomate. Niño travieso que busca cosquillas y consigue lo que quiere con ojos pícaros y sacadas de lengua, niño que escucha lo que no debe oir, un niño con camisa amarilla si le dicen que quedan bien... Como a todos, le gusta jugar y descubrir nuevos lugares, dónde encontrar bichitos que guardar en tarros de cristal; pelearse con sus amigos para demostrar que se llevan bien y sacarle la lengua a las niñas para luego sonrojarse si se la devuelven. ¿quién recuerda a chicho terremoto? un poquito así, pelo despeinado, quejica hasta no más, golfillo...
Una vez más, jugando en el patio, se quedó algo perdido al sonar la campana, inseguridad de los niños que los hacen volver al sitio conocido, tal vez sea mejor así.
Despeinate, corre, juega con tus amigos, no le hagas caso a los malos de la clase, sonríe y ante todo, guardate la felicidad de ser niño.
(quién será el inocente, ¿la escritora o el personaje?, para ti, pequeño loco)
1 comentario:
gracias!! un bess enana,nunca cambies.
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