Soñando desde pequeña

Desde pequeña he tenido la suerte (o la desgracia) de viajar mucho. Cuando tienes siete años, hasta cincuenta kilómetros te parecen una eternidad y para evitar la típica pregunta de ¿falta mucho? invetaba historias y juegos para distraerme. Una de las cosas más curiosas era que contaba todas las curvas por las que pasaba para no marearme, en la curva 67, tus padres se han cansado de contar contigo, así que decides hacer otra cosa en voz baja. Recuerdo que inventaba historias según el paisaje por el que pasaba. El problema era, la mayoría de las veces, veía montañas. Imaginaba las formas que tenían, grandes, redondeadas, otras más puntiagudas, o incluso en forma de escalera... un día se me ocurrió pensar que todo ese conjunto de montañas y valles no era otra cosa que dinosaurios. Fantaseaba con la idea de que en algún momento de la vida, cansados de andar por la tierra, se sentaban a descansar, adoptando distintas posturas para que la comodidad fuera máxima y tranquilos con esa posición permanecieron así años y años. Sus cuerpos se cubrieron de tierra al pasar los tiempos, empezando a crecer árboles y bonita vegetación, y ellos ante tan preciado adorno continuaban acomodados en su posición. Y luego pensaba: ¿qué pasará cuando decidan levantarse?....
Es hora de bajar del coche...
No os asustéis si algún día veis algún cerro moverse, estará cambiando de posición...