Aún recuerdo cuando corría por el Gran Eje cuando llegaba a tarde a mi casa a las 11.30, por estar unos minutos más en Urgente; cuando llegar a las 2 era todo un logro, aprovechabas cada momento, la fiesta era impresionante y te enfadabas diciéndo ¿por qué no me dejarán más tiempo? Los porrones de Francachela se convirtieron en una tradición de cada sábado noche, turnándonos para dejar las 500 pts para evitar robos de la botella, viendo al "bailarín" deslumbrarnos con algunos de sus bailes, dónde las escaleras de salida se improvisaba podiums para bailar; Delicatessen se convertía en encuentro de amores platónicos, chicos de ojos interesantes, punto de enamoramientos fugaces...
Cuántas risas, cuántos momentos vividos, cuánta intensidad en cada movimiento de nuestro cuerpo.
Años más tarde continúas disfrutando del fin de semana, pero la intensidad desciende, los amigos cambian, los intereses evolucionan.
Siempre quedarán en el recuerdo las "noches locas" (sabe con quien sales pero no con quien entras, (kesy)), los chupitos en honor a Jordi y los bailes de Madonna (Torre), los ligues con los pueblerinos (Conchi), los bailes tontos con Marta, los chicles pegados en la cerradura para que la puerta del portal no se cerrase (Milli)...
Crecemos, cierto, pero nos queda ese sabor dulce de todo lo vivido, de la buena compañía y de esa amistad que se palpaba en el ambiente.
A todas ellas, gracias por compartir este trozo de vida.

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